Para ello interactué exitosamente con varias personas y sistemas de Movistar, Pepephone e incluso Apple, implicando varias herramientas en el proceso:
- Navegador web para acceder al sitio web de Pepephone y poder rellenar un formulario de solicitud de portabilidad.
- Cliente de correo electrónico donde recibir mensajes que me confirmaban la solicitud y me informaban de su estado.
- Móvil donde obtener un SMS indicando la fecha y hora de llegada de una nueva tarjeta SIM por correo postal.
- Espacio físico donde el repartidor pudiera entregarme en mano la tarjeta y un contrato.
- Cuenta de Twitter para poder solicitar a Movistar la liberación del móvil (evitando lidiar con el 1004).
- iTunes, para autorizar la liberación con Apple.
- Teléfono donde recibir una llamada de Movistar para que les confirme la portabilidad.
- Buzón de correos, donde enviar de nuevo a Pepephone el contrato ya firmado.
Todo funcionó bien, con los tiempos que me indicaron y de la forma acordada. Estoy satisfecho. Y me parece mal. Me parece mal estar satisfecho. Encuentro demencial que nuestra relación con algunas operadoras pueda ser tan absolutamente penosa como para que todo este proceso me parezca satisfactorio.
Creo que estamos en una situación en que la interacción con la mayoría de empresas e instituciones simplemente no funciona. Estamos en lo más bajo de una inventada pirámide de Maslow de diseño de servicios y somos incapaces de valorar en su justa medida atributos como la eficiencia o la facilidad cuando, lo normal, es que simplemente nadie nos haga puto caso.