Llego a una puerta, agarro la barra vertical y estiro. No se abre. Estiro de nuevo. Sigue sin abrirse. Veo entonces un cartel indicando “Empujar” y una cierta sensación de estupidez me invade.
Es más o menos conocido que al diseñar para pantallas táctiles debemos cuidar las dimensiones de los elementos interactivos. Deben superar cierto tamaño para que puedan ser pulsados minimizando el número de errores.
Hace casi ya 3 años, cuando Ethan Marcotte se sacó de la manga el “Responsive Web Design” tomó prestada la idea de otro sitio, de algo llamado “responsive architecture”.
Ya basta, dicen. Es el momento de olvidarnos de anacronismos y dejar atrás paradigmas anclados en nuestro estúpido mundo real analógico. Es hora de ser genuinamente, sinceramente y honestamente digitales